Diana Moncada
A propósito del 24 de julio, fecha en que se celebra el Día Mundial del Autocuidado, entendido como "la capacidad de las personas, las familias y las comunidades para promover la salud, prevenir enfermedades, mantener la salud y hacer frente a las enfermedades y discapacidades con o sin el apoyo de un proveedor de atención médica" (OMS, 2019), las feministas hacemos hincapié que el AUTOCUIDADO también es fundamental para prevenir la discriminación y violencia hacia las mujeres.
Desde pequeñas, las mujeres somos entrenadas para ir adaptando ciertos roles diferentes y desiguales a los de los hombres; es decir, una serie de actitudes y conductas que nos parecen “naturales”, entre las cuales destacan las labores domésticas adjudicadas históricamente a las mujeres, así como el trabajo de los cuidados dentro y fuera de los hogares: la familia, la pareja, las y los hijos, en caso de tenerlos. En el proceso de entrenarnos para el cuidado de las y los otros en detrimento de nuestro propio cuidado, afectamos nuestra salud en general, y tenemos tan interiorizado este ser para los otros, que cuando no lo hacemos nos viene un sentimiento de culpa y malestar porque consideramos que es nuestra obligación.
El autocuidado es un modo de vivir que requiere autonomía, puesto que permite a las mujeres convertirse en sujetos de sus propias acciones e implica cómo nos relacionamos con nosotras mismas en cada momento de nuestras vidas.
Pues bien, ante ello es importante tomar conciencia y desarrollar en las mujeres la práctica del autocuidado, la cual consiste en saber identificar nuestras necesidades, aprender a expresar lo que sentimos, hacer pausa para escucharnos y apapacharnos; cuidar nuestro descanso y bajar el ritmo, aprender a poner límites para evitar un desgaste físico, mental y emocional; hablarnos de manera amorosa y rodearnos de personas que enriquezcan nuestras vidas. Armonizar nuestros proyectos personales con las familias, crear redes de apoyo para compartir nuestras experiencias y aprender unas de otras, es decir, en autocuidado colectivo, afectivo y solidario. El autocuidado es un modo de vivir que requiere autonomía, puesto que permite a las mujeres convertirse en sujetos de sus propias acciones e implica cómo nos relacionamos con nosotras mismas en cada momento de nuestras vidas, algo imprescindible para la mejora del bienestar individual y colectivo.
Las prácticas de autocuidado incluyen además, que las mujeres tengan acceso a servicios de salud sexual y reproductiva -ya que muchas mujeres no pueden tomar decisiones sobre este tema- como el auto-muestreo para el VPH y enfermedades de transmisión sexual, anticonceptivos autoinyectables y la interrupción del embarazo con medicamentos, entre otros. Sabemos que durante la pandemia que estamos viviendo por la COVID-19, hay un menor acceso a la salud sexual y reproductiva y un aumento de la violencia doméstica, por lo que este tema es uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos.
Diana Moncada es docente, feminista y candidata a Doctora en Filosofía por el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UMSNH, realizó sus estudios de Licenciatura en Filosofía y Maestría en Filosofía de la Cultura en esa misma Institución. Desempeñó diversos cargos en la Administración Pública como jefa de departamento en el Instituto Michoacano de la Mujer y en el Instituto Michoacano de la Juventud en el periodo 2000-2006, apoyando en el diseño de políticas públicas en temas de mujeres, jóvenes e indígenas. Por dos ocasiones fue becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes a través del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Michoacán 2007 y 2009, emitido por la Secretaría de Cultura. Categoría 5: Investigación y Preservación del patrimonio cultural tangible e intangible. Actualmente trabaja como Jefa de la Unidad de Estrategia Educativa en la ENES-UNAM Morelia, donde además funge como orientadora de género y forma parte de la Comisión Interna de Igualdad de Género.